Dar cuenta de los hechos
es una misión imposible. Encuentro que en la mayor parte faltan palabras y que
un gran basurero recoge lo que sin proponérmelo queda a un costado, en espera,
como quedan las cosas insignificantes. El silencio es una ausencia connotada y
en realidad, no dice nada, que no está mal, ya algo dirá, pero lo que no puede
el silencio es equivocarse.
Pero tengo sed y quiero
la vida. Pido un poco de vida, un poco de equivocación para volver a retomar en
las idas y las vueltas, todos los rodeos. Volver a encontrarme en los rodeos,
es una otra forma de volver a encontrarme.
Por lo tanto, me digo no
más vueltas, quedó pendiente una respuesta de mi parte a tu propuesta de irnos
a vivir juntos, me parece que quedé un poco anonadada, es decir en contacto con
la nada, por lo inesperado.
El amor cuando está vivo
trae estas sorpresas, porque el otro también es un tiempo que late, que no deja
de latir. Pero no sé porqué la pausa, tal vez porque quería tener una seguridad
que nunca encontraré, tal vez porque me abismé en el mundo que se me abría y
que tenía que empezar a poblar de imágenes, de actos, de palabras sobre los
actos, tal vez porque me preguntaba por mi amor y por tu amor, buscando no sé
que desencuentro. Pero aquí estoy, no encontré nada, ninguna certeza, ninguna
garantía, solo un salto en el vacío sin que nadie me empuje. Yo y mi decisión,
un pacto de amor, por nada, un entregarme a lo que todavía no es.
Una vida juntos. Una
confianza en tu humanidad y en la mía.
Te digo que sí, que
quiero.
Además tengo miedo,
y te amo.
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