A nuestro alrededor pasó de
todo.
El planeta se llenó de
habitantes destrozados,
ávidos de sangre humana y el
metal fue la reja donde se pudrió el odio.
Veníamos cruzando ciudades y
a través de los techos hicimos el camino
pero no dejamos de cantar
mientras las chimeneas llenaban de humo
nuestras vidas que parecían
un pensamiento tallado en el mañana.
A veces había que decirle al
corazón que no latiese así,
que se acallara,
que esperase la siguiente
mano
que a lo mejor venía el as de
espadas
y habríamos ganado la partida.
A esas alturas el futuro
quedaba a una distancia inexplicable
y los años eran algunas gotas
de miel y acíbar combinadas
de tal manera que inundaban
los oídos
y la vida era esa mujer
impúdica
pidiendo un pedazo de pan, un
pedazo de sol, un pedazo de algo.
Una avalancha de palabras
trajo el temblor
y un remolino arrancó de la
garganta un canto
que deformó los puntos y las
comas y el olor a tinta impregnó el papel
que hablaba del futuro al que
le entregaríamos la última palabra.
El hoy se imponía furibundo y
quedaban los sueños en el aire
siendo el mañana una revista de
aventuras por entregas
que aparecía el día viernes
y que tenía entre paréntesis
al pié de página
la posibilidad de volver y
que la vida continuara.
En ese tiempo de la pausa
quedaban los incendios apagados
e imaginaba que había que
decirle al mundo que así no,
que hay que cambiar de vida,
aunque por ahí dicen que morir es cosa fácil,
y movía la cabeza hacia los
lados pensando en lo difícil y en lo fácil
teniendo en cuenta que el
hombre no se achica
ya que la apuesta la hizo de
antemano sabiendo que la deuda es impagable.
Yo del mañana espero un
jardincito
donde la tierra esté limpia
de alimañas
y un viento desparrame los
cabellos y suelte las piernas que se alargan
para ignorar que las rodillas
alguna vez cayeron
pidiendo un anticipo por
fuera del salario,
para pagar el alimento con
orgullo y no escuchar más un grito de hambre.
Qué hermoso Norma!!! Mis felicitaciones!! Beso Mára Bellini
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