OTRO RECUERDO
Con los ojos abietos, sin saber,
me quedaba mirando la rama engalanada
con la flor del manzano
que blanca como la nieve y tan juntas perfumaban el aire.
Había un olor a incendios juveniles saliendo de tus labios
cuando la luz atravesaba el mediodía
y todo era un latido acelerado.
La rama se doblaba con el viento
y la flor del manzano me miraba estremecida
al tiempo que caían pétalos a mis pies de pájaro inventado
como cae un vestido sin edad desafiando al silencio.
Dame tu fruto, dame,
que le daré algún nombre que rime con recuerdo.
Algún verano desplomado por la naturalidad del tiempo
hablará en voz muy baja del calor de los cuerpos
y pronto se escuchará el ruido torrencial de algún coche
rasgando la penumbra.
La noche brotando de la bruma se hará azul blanca
y volverá aquel perfume salpicado de humo
estrellándose en los muros,
piedras sobre piedras, amparando soledades humanas.
Una semilla de vida desparramada dormirá
en la espesura al borde de los sueños,
y será cruel el campo devastado.
Se irán los pájaros del bosque en busca de comida
y yo te pediré como en un canto:
Dame tu fruto, dame,
que le daré algún nombre que rime con recuerdo.
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