PALABRAS DEL ADIOS
Cuando
vivía en mi cuerpo
hacía
madurar a una mujer con una galaxia en la cabeza
y
un sello carnal en la nuca con la palabra adiós.
Bebía
el aire a bocanadas como si grandes alas aventasen
espacios
con humeantes andamios
por
los que ascendía entre amigos y desconocidas muchedumbres
que
cubrían el mundo con sus cuerpos.
Una
biografía sin certezas ni honras fúnebres
me
esperaba en el mismo lugar donde explotaba con su escándalo
una
copa de cristal contra un muro,
en
vano intento de correr el horizonte hasta su matemática de infinito,
y
un salvajismo llegaba hasta mi médula alterando el bienestar de la mañana
e
inundaba como el cuento del diluvio
la
superficie de mi pedazo de tierra en el que me tocó vivir,
un
patio de la infancia donde el sol estrangulaba las tardes de pobreza
y
el infierno era alejado en sueños místicos donde hablaba con dios con la
exasperación de todas las preguntas sin respuestas.
No
lo podré creer,
pero
igual caeré desde la cumbre nevada algún invierno,
atraída
por el imán de un abismo abandonado por la magia,
y
no me esperará ningún secreto tenebroso,
sino
palabras de un adiós que solo dirigiré a algún pastor de almas extraviadas
mientras
dejo a mi cuerpo separado de sus ropas que se amontonan en un rincón para
habitar en los círculos del tiempo,
en
ese agujero penetrado por una neblina intermitente
que
sólo se deja iluminar por el relámpago de los besos
que
harán saltar el pulso de la sangre con la furia de un corazón inexorable.
Separados
mi cuerpo y sus ropajes, diré mi adiós:
Adiós
amor,
y
el principio que dio comienzo a todo, se vuelve amor de despedida.
Adiós
mi cielo,
la
puerta fue cerrada por furioso huracán y no podrán abrirlas tus suspiros.
Adiós,
adiós,
algo
se rompió y estoy perdida.
En
la memoria de la piedra dejaré mis iniciales
para
que no me busques más
y
en el extremo de mi última canción habrá una cascada de libertad cumpliendo su
tarea ineludible.
No
podré huir,
arrojaré
mis últimas angustias a los astros,
y
en la emboscada de mi noche,
el
universo colgado del borde de mis ojos,
me
impedirá verme vivir.
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