viernes, 26 de diciembre de 2014

¿Tu eres Europa?



TU ERES EUROPA?

Oye, tú también eres Europa,
Entonces dime: Quien te separa,
quien busca confundirte en este falso anhelo de equilibrio,
qué quiere reducirte a ser un corazón devorado
por helados proyectos que queman tus brazos,
que ya no se abrirán como para abrazar el mar
sino que se cerrarán con fuerza sobre tus costillares.

Dónde quedaron Europa, tu caballo y tu flecha,
dónde el rebaño buscando los establos,
y los mares surcados en busca de otras tierras
que eran el desafío a extrañas ilusiones.
Fiebre y sudor fueron las manos que izaron los veleros
que trajeron el oro del oeste y dejaron en los cielos desiertos
señales para que los ignorantes buscaran
en el vidrio roto de mil estrellas,
las escrituras sagradas de sus sueños.

¿Dónde quedaste en medio de esta Europa?
si el progreso cavó pozos tan hondos
que rompieron las raíces que te ataban a la tierra
y se fueron en ellos todos los paisajes
como flores de terror pulverizadas
sobre sábanas de amargura,
a causa de esa extraña disciplina 
que quieren imponerte para encadenarte.
 
Un sistema  demasiado cruel y enloquecido
que no llega a darse cuenta del temblor del imperio,
que ya se escuchan, no gritos de batalla,
sino el mugido triste de la vaca llevada al matadero
donde cotizará su precio por cabeza
cuando ésta ruede perdida para siempre.

Oye, yo soy Europa,
pero he perdido la mirada de la sabiduría.
Fui entregada a un ritmo frenético que desató un infierno 
de ardor que mantiene despiertas las heridas
y con dolor avancé por las calles como un circo
que ha perdido su perfil y mutilado busca
que una pirueta le devuelva ese cielo 
que otra vez haga existir al mundo.

Hombres encadenados veo y sordos a la vez
ocultando la falta de salida
porque han cercenado esa imprescindible dosis de locura
que siempre acude cuando se trata de instalar una nueva geometría.

No hay cuarteles pero la muerte se asoma por los ojos
y los cuerpos se aletargan porque no quieren despertar
con un nudo en la garganta otra mañana,
en que dedos invisibles de hierro
apunten a los sueños de la muchedumbre
hecha de fuego y nube
que grita para romper prisiones en pleno mediodía.

Tercamente las doce campanadas llaman a la mesa
del pan nuestro de cada día, y acude la sentencia del poeta,
“anochecer sin casa o amanecer sin vida”,
siembra de guerra fría.

“Las tierras…, las tierras de España,
jinetes del pueblo…”,
¿Tú eres Europa?




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