Hoy salí a caminar.
Una anécdota, contar una anécdota, nombres que son palabras
transformados en imágenes y ya está todo dicho, imágenes que se suceden como en
una cinta como cuando pienso sin parar y el pensamiento se liga continuándome.
Podría decir, una cara cetrina pegada al vidrio de un restaurante de
mala muerte, declarando su miseria de existir y todo el daño puesto en la
mirada que recorre mi cuerpo que se mueve, se mueve, recorriendo los pasos de
una vida en pleno movimiento.
Entrar en ese lugar para prometerle a esa cara lo que nunca le daré y
salir alucinada sin comprender del todo si hay una realidad que le pertenece, o
si yo soy esa cara y todas las caras del mundo que me miran y que están en mi
mirada.
Después, la noche y ese entrar y salir de esos lugares en los que
también viví, con rostros conocidos y desconocidos pero siempre los mismos.
Humos, alcoholes, sudores mezclados en una gelatina que se posa sobre las ropas
como se te pega el destino a los zapatos y la elección pierde su voz de autoridad
porque no hay elección posible, solo músculos que no alcanzan el nivel y
sirenas sin cantos cruzando estos laboriosos mares del sur que tienen el poder
de transformar las flautas dulces en el pan nuestro de cada día.
Una osadía y lo que se repite insistentemente en lo monótono toma el
color de una nube que también camina con el viento y se transforma todo el
tiempo. El mundo se hizo para que mire imágenes todo el tiempo, me digo, y
arriba y abajo dejan de pertenecer al espacio y son estas palabras que escribo
para vos hoy que me siento para atrás, en el día de ayer, un poco en el pasado.
Te amo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario