lunes, 21 de enero de 2013

Recuerdo encubridor



La caprichosa memoria me desdice
pero tengo el recuerdo de aquellas tardes arboladas
a pleno sol, corriendo hacia las puertas vivas
que daban a la gruta en donde se perdía la amatista.

Colgada de algún cuello arrastraba una cadena de luces amarillas
que gravitaban al compás de un péndulo
rozando apenas una camisa ardiente
y era hermoso el latido que ascendía por los costados de la risa
saliendo airosa hasta una superficie de aire
donde volaba su delirio.

Feliz la piedra tomaba los perfumes de una piel
y embriagaba su ser transformando en miel su brillo
y era una mujer recién creada
corriendo sorprendida por el mundo vestida de amarillo.

Con mis ojos de almendra sorprendidos
miré y no ví destellos sino un cuerpo creciendo
entre milagros frente a la maga que tocaba los objetos
y hacía de la tierra un remolino del que surgía una
presencia que giraba en el espacio falsamente alumbrado
sobre encajes de un sueño,
como un accidente extraordinario
o como una paloma saliendo de un sombrero.

1 comentario:

  1. Y era una mujer recién creada, genial, Norma. Bellísimo poema encubridor

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