lunes, 28 de enero de 2013

Algo más tengo que decirte



Decirte, porque hacer, podría hacer muchas cosas, por ejemplo podría comprarme un caleidoscopio para marearme con los colores, sabotearme el ojo izquierdo porque es el que ve mejor... Tomar una decisión es muy difícil, entonces mejor una palabra o un sonido o una onda magnética o una onda. Me invento tener que caminar entre almohadones de plumas volanderas, livianas, blancas, superfluas como yo cuando pongo los ojos y la voz irreconocibles y el tono disfrazado de frío glauco, témpera de un paisaje atemporal. Podría suponer una vez más una historia imaginada, por ejemplo: “No soñaré esta noche”, buscaré alguna comprensión de la razón, te buscaré y te encontraré.
Ya te encontré. Vení, ponete junto a mí, mejor enfrente, tengo que hablarte tanto...
Me asusté, escuchame, me asusté por lo que me proponías, vivir una vida sin temores excesivos, la paz de descansar un poco después de todo el día, vivir con vos, de acuerdo a vos, y un vértigo me gira la cabeza y el cuerpo, y soy ese caleidoscopio que nombraba en el principio y que acabo ahora mismo de robar.
Y de tanto girar me pierdo y me transformo, quisiera salir de nuevo a la calle pero vestida con imágenes de mis calles perdidas de la infancia. Me veo, ahora estoy vestida de varón, tengo un overol gris y dos canastas unidas por un potente cáñamo, una a cada lado de mis hombros. Soy pescador, vendo pescados del mar de las Antillas, escurridizos, como yó en este momento en que no puedo quedarme quieta, plantada en tu propuesta, y entonces las Antillas y el color plata escurridizo y esas bocas que han agotado sus pedidos, y ese boquear donde me quedo suspendida, abierta, sin saber si es necesario que dé alguna respuesta porque ya está todo decidido. Vuelvo a mirar los pescados que tendría que vender, pero me quedo demasiado tiempo mirándolos, de tanto en tanto me paro por las calles a mirarlos y en esa maravilla de la imagen, sueño despierta a las 10 de la mañana de hoy, después de anoche, pensando en tu propuesta.

lunes, 21 de enero de 2013

Recuerdo encubridor



La caprichosa memoria me desdice
pero tengo el recuerdo de aquellas tardes arboladas
a pleno sol, corriendo hacia las puertas vivas
que daban a la gruta en donde se perdía la amatista.

Colgada de algún cuello arrastraba una cadena de luces amarillas
que gravitaban al compás de un péndulo
rozando apenas una camisa ardiente
y era hermoso el latido que ascendía por los costados de la risa
saliendo airosa hasta una superficie de aire
donde volaba su delirio.

Feliz la piedra tomaba los perfumes de una piel
y embriagaba su ser transformando en miel su brillo
y era una mujer recién creada
corriendo sorprendida por el mundo vestida de amarillo.

Con mis ojos de almendra sorprendidos
miré y no ví destellos sino un cuerpo creciendo
entre milagros frente a la maga que tocaba los objetos
y hacía de la tierra un remolino del que surgía una
presencia que giraba en el espacio falsamente alumbrado
sobre encajes de un sueño,
como un accidente extraordinario
o como una paloma saliendo de un sombrero.

miércoles, 16 de enero de 2013

HOY NO ES AYER



Hoy salí a caminar.
Una anécdota, contar una anécdota, nombres que son palabras transformados en imágenes y ya está todo dicho, imágenes que se suceden como en una cinta como cuando pienso sin parar y el pensamiento se liga continuándome.
Podría decir, una cara cetrina pegada al vidrio de un restaurante de mala muerte, declarando su miseria de existir y todo el daño puesto en la mirada que recorre mi cuerpo que se mueve, se mueve, recorriendo los pasos de una vida en pleno movimiento.
Entrar en ese lugar para prometerle a esa cara lo que nunca le daré y salir alucinada sin comprender del todo si hay una realidad que le pertenece, o si yo soy esa cara y todas las caras del mundo que me miran y que están en mi mirada.
Después, la noche y ese entrar y salir de esos lugares en los que también viví, con rostros conocidos y desconocidos pero siempre los mismos. Humos, alcoholes, sudores mezclados en una gelatina que se posa sobre las ropas como se te pega el destino a los zapatos y la elección pierde su voz de autoridad porque no hay elección posible, solo músculos que no alcanzan el nivel y sirenas sin cantos cruzando estos laboriosos mares del sur que tienen el poder de transformar las flautas dulces en el pan nuestro de cada día.
Una osadía y lo que se repite insistentemente en lo monótono toma el color de una nube que también camina con el viento y se transforma todo el tiempo. El mundo se hizo para que mire imágenes todo el tiempo, me digo, y arriba y abajo dejan de pertenecer al espacio y son estas palabras que escribo para vos hoy que me siento para atrás, en el día de ayer, un poco en el pasado.
Te amo.

lunes, 14 de enero de 2013

Nos encontramos ayer



Encuentros con relojes blandos y perfumes inesperados hasta el alba.
Relámpagos volatizaban las cortinas del cuarto
y encendían espejos.
Después venían los rituales
y quedaban tirados por el suelo encajes interiores
marcando rutas de desvíos,
desconocidos destinos de los cuerpos.
Eran como trapos tirados al azar
para alcanzar alguna desnudez,
que no indicaba el desmayo final
o la incierta escritura de dos vidas
que entraban dentro de un paréntesis.
Burbuja con la mora prometida del Jardín alucinado,
y sospechas de una eternidad interrumpida
por los ruidos del ambiente que distorsionaban las promesas.
Alas para volar y la burbuja navegaba espacios
porque era su destino desplazarse
y perder la apariencia hasta el próximo encuentro.
Después venían de nuevo los perfumes
y el agua resbalando por el cuerpo
y los trapos adquirían su importancia de sedas y algodón,
y peines y zapatos
y aquel recuerdo inevitable del mundo
que nos esperaba a la salida de ese sueño,
para volver a ser aquellos que tampoco éramos.

lunes, 7 de enero de 2013

Te Amo



Llegar hasta aquí fue como atravesar un largo laberinto. A los costados, casas, la variedad de casas de la infancia, de los juegos después del mediodía, de veredas transitadas tomadas del brazo mientras mirábamos de costado a los otros, que tampoco se atrevían a mirarnos.
Hubo paisajes ciudadanos que transformábamos en paisajes selváticos, por nuestra imaginación y por la fuerza que desplegábamos en nuestras relaciones. Hubo mentiras y traiciones, robos que nunca eran denunciados, celos y vergüenzas cuando las miradas se posaban en otras o cuando se posaban sobre nuestro cuerpo, incipiente fruto madurando. Teníamos una sexualidad que orgullosamente sosteníamos como intocable, y todo se transformaba en una pantalla de colores para mirar y para entretenernos.
Pero ahora, lo tengo que decir, he llegado hasta aquí y quiero quedarme. Habitaré esta nueva selva y ustedes serán mis compañeros de tierra, donde iremos construyendo esa casa en la que vivir, ese lugar de nuestros encuentros, esa mesa y esa cama que girarán siempre en un torbellino de palabras, como ustedes mismos me enseñaron.
Estoy dispuesta a la sorpresa, a la sorpresa de tu ser, pequeño humano, al que quiero decirle que no poseeré nada de lo que nunca poseí, porque siempre pensé que del otro sólo la palabra, nunca la vida. De mí, solo la imperfección de mi arte para que me descubras, para que me nombres.
Te amo.

miércoles, 2 de enero de 2013

UNA CARTA PARA VOS






                          Las últimas horas de la tarde fuera de casa, sin saber a qué olía la lluvia sobre mi abrigo de lana y sintiendo que el dolor era demasiado para hablar sueltamente del futuro. Nunca sabré dónde empezó el encuentro y nunca sabré dónde terminará. Esta mañana pude descubrir un gesto tuyo en el pequeño que empujaba con fuerza la puerta de tu casa, esa casona de aquél barrio que sobresalía de verdes colgantes por los que se filtraba la luz de mis presentimientos. Yo esperaba encontrarme con la certidumbre que da el haber caminado lo suficiente para llegar a este momento y ahora me doy cuenta que tengo el mismo desamparo que aquél que busca una palabra  y no la encuentra. Leí una vez más y repasé el plan que teníamos y me dí cuenta que el fantasma de la muerte de aquella a la que habías amado tanto me era insoportable y que no pensaba ensombrecerme para siempre. No es que tenga alguna moral, pero me asustará cualquier charla intrascendente que la nombre, me aterrarán los objetos de la casa que no me pertenecen,  me helaría en la hornalla prendida por sus manos, rondaría sin cesar las noches con presencias de murmullos intraducibles y olores avejentados por no pertenecer ya a nadie. Tal vez yo haya sido esa promesa necesaria para que puedas soportar esa lucha entre la vida y la muerte, pero no es necesario que sea yo quien eche piedras a su tumba, ni es necesario que te acompañe en ningún final precipitado. Voy a quedarme por un tiempo silenciosa, me apartaré de ti, porque ya no tengo ganas, y porque no sé qué misteriosos pensamientos me atacan cada tanto y convierten montañas en cenizas, y el futuro en ocres macilentos donde arrojo semillas condenadas al fracaso. Pero he llegado a mi verdad, y ella me arroja a un acto valeroso y sabe a despedida. Despegaré mi cuerpo ya que el encuentro tan solo fue entre sombras e iré tras el perfil abrillantado de la ausencia a buscarme en el tiempo de otra historia, en un lugar que me recuerde a un bosque.