miércoles, 26 de diciembre de 2012





ESTA VEZ TAMBIÉN HICIMOS EL AMOR EN BUENOS AIRES




Un soplo original llevando mis pasos a tu encuentro.

Una humedad dando al abismo y la neblina,
mis labios vivos pronunciando otros nombres de ausencia
para poder jugar en un vasto anfiteatro
espantando la misma queja sin medida
sobre la inapropiada propiedad
a la que me rendía confinada.

Esta vez no divisé las cosas errantes de este mundo
siempre hubo el amor y este furor sobre la cima del deseo
con su ala de gaviota trastornada.

Gran manipulador de encuentros el viento sobre el río
husmeaba el tema de la nada
y tu mano en mi mano tomaba tal altura
que terminó cortada a pique en el umbral de casa,
mientras que en los confines un coro de muchachas malqueridas
erraban temerosas entre ilícitos en medio de la vida ciudadana.

Sobre el lecho que luego abandonamos
quedó el poema de la noche en medio del despojo,
cabellos en la almohada, plumas volcadas en la alfombra,
susurros de un lenguaje puro, con palabras aladas, sin oficio,
nombrándonos entre mi árido perfume a siempre viva
y tu perfume de axila encadenando el curso del ciclón sobre este mapa
para configurar el rostro de algún sueño.

Partimos como parten los buques de la infancia
en medio de un sonido y no bastaba reír bajo las lágrimas,
hicimos el amor en este puerto,
tu te quedaste velando entre las guerras,
yo quedé ciega aliviando el dolor de la demencia
en un gran almacén vendiendo fábulas.




lunes, 3 de diciembre de 2012

CONVERSACIONES



Así no podíamos seguir, le dije que era necesario pasar de tantas emociones que tenían en vilo a mi corazón, a otra desnudez, una desnudez que no evocara ningún sentimiento, porque temía por mi vida. Había acercado su daga a mi garganta tantas veces que me propuse que esa sería la última. Tenía que pegar el salto de la linealidad de los hechos que venían sucediéndose y que me hacían sufrir hasta llegar a un grado de desesperación que se me imponía ya como un estado, porque la desesperación me acompañaba en todos los actos de mi vida.
Me sentía sometida a su maldad que intentaba destruirme en cada frase que me destinaba y quedaba como hipnotizada, sin capacidad de respuesta. Yo tenía recursos para enfrentarla pero me anonadó el monto de su violencia nunca imaginada por mí, siempre diluida en mí por esa capacidad de transformar los dramas de mi vida en novelas o poemas o sueños que terminaban siempre en un amanecer de colores que sorprendían mis sentidos.
Yo había crecido muy cerca de los pájaros que sobrevolaban un mar calmo, sin ansiedades, buscando mi alimento a ras de la sal marina y de esa inmensidad que siempre prometía vida y la certeza de la continuidad de una sobrevivencia.
La daga me espantaba y un mandamiento se me imponía con un "no matarás" como un grado de civilización que me mandaba a buscar otras maneras de enfrentarme con la dureza del acero, con las improntas maquinales que cual tanques de guerra amenazaban pasarme por encima. Había llegado a la conclusión que la verdadera pintura no usa un fondo de imágenes sino que las imágenes van surgiendo de un tranquilo fondo sin figuración, la tela en blanco, sólo un tono apartado de cualquier lenguaje literal y decidí no hablar más porque las palabras no podían remediar esa visceralidad que pedía mi sangre para que la daga encuentre su sentido.
Un renglón más y mi inteligencia se abstuvo de algún tema en particular,  mis estrategias se transformaron y puse en el cielo un pavo real y en las aguas puse a flotar el cadáver de todos los enemigos y en vez de las semejanzas busque otras armas que las letales y declaré la guerra permanente de palabras que ya no actuaban como ninguna excepción sino que fueron la norma de mi vida.
No descansé y mi vida se desligó de las pertenencias de tal manera que ya no era mi vida sino que era la vida que miraban los ojos de mi inteligencia que eran los ojos de una imaginación sin imágenes. En esa transparencia y frente a la falta del azogue ella tiró la daga y la vida entró en mí, de una manera natural, desatando nudos con el viento universal de todas las lenguas y su historia, como un latido nuevo, como si la vida fuese un mas allá de los contrarios.

lunes, 26 de noviembre de 2012

SOLDADAS DE MI PATRIA

Hermana,
hoy me repliego en tus noches de asombrosas quimeras,
y te veo partir apenas amanecida la mañana,
con tu traje de olivas esparcidas en cementerios terrenales,
donde gimen corazones destrozados por las luchas febriles
que engalanan la patrias repartidas,
al sur y al Norte, muy al norte de mi casa.
Fuego y amor marchando hacia la selva,
mi selva tucumana,
mi ardor vuelto gobierno de otros,
mi mujer empañada por las lágrimas.
Estoy en tí desde el sudor que moja mi vergüenza
desde la llaga que me habita,
haciendo sueños con tintas e infinitos,
llavero de mi vida, desde la que te nombro la dueña de mis llaves.
Partid, que yo he partido tantas veces
tratando de hacer desde mi doctoral oficio,
la causa y la raíz, calcárea piedra penetrando sombras
en busca de caras que no saben de otras caras
anomias de la guerra machacando el silencio en medio
de los nombres inventados por la sentencia del sepulcro,
por el arduo trajín de la batalla y por tus hombres muertos.
Ignoro acaso el odio de este amor.
Ignoro que jamás rendiste cuentas de rodillas,
que las tardes y los hijos se dormían al ritmo de canciones,
protestando como protesta el cobre americano
cuando Bolivia se alza en vuelo y carcomen
sus minas los falsarios después de haber desbaratado
el brillo de la plata que impidió desprenderse del ocaso
un arco que perdió su flecha y abanicó colores alejando tormentas
para que las tinieblas repitan esos sones
que son los gritos de un ahogo
que sube por los tiempos enloquecidos de conquistas,
descifrando mal los decálagos de un Dios
que impidió que no subieran las escalas
de un canto llano que aquietase el alma,
y la lesión fuera la carne estremecida por su propio furor,
haciendo historia.
Mujer soldado de mi patria,
te veo cabalgando en potros tus honores por defender la infamia.
Acabas de ponerme un poco de aflicción en mis espaldas,
pero tengo tus hombros, tu fusil, tu pedazo de pan,
y me doy cuenta que tu grito es un llanto de victoria
atado cual sermón a la barbarie.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

EL RUGIDO DEL HAMBRE



                                  

Y qué se yo de lo que pasa, cuando las manos callosas se doblegan
y vueltas las palmas hacia arriba se acurrucan en el atrio de una iglesia
o se amontonan en el furgón de cola de los trenes corriendo el riesgo de quedar sujetos por un pié en la separación de los vagones.

Y qué se yo de aquellos, que rondan las esquinas a las siete de la tarde
buscando en la basura la bala perdida que perforó el chaleco
y fue a caer en el hoyo de sangre de un agujero entre las dos costillas,
y el encorvarse un poco, sólo un poco, para no perder el equilibrio
y rueden por el suelo las grandes bolsas en las que juntaron
los desperdicios de los vivos parecidos ahora al sueño de los muertos.

Por corredores sin luz avanza una mujer sosteniendo en sus brazos,
una palabra helada envuelta en mantas desteñidas
donde el llanto del niño se sepulta
y las manos entumecidas de la madre vierten
el vinagre de la angustia sobre sus propios ojos
tratando de arrancar el oro desvalido
en un desierto que apesta de dolor e historias de miserias
perdidas en veredas sin sol yendo a empeñar
el último reloj de plata, regalo de su abuela.

Eran tortuosos los caminos desembocando en el invierno,
siempre un lamento implorando un adiós demasiado temprano,
cayendo en ese tragaluz sin vidrios que llamaba a perderse
en las noches ahogadas por la lluvia, sin tierra a dónde huir.

Es verdad y no tanto, que buscó ser herida
en la equivocación de las esquinas,
pero el hombre decretó que había que aguantar esa agonía
y vomitó en los paredones rojos de la injuria,
la rabia de un cálculo mal hecho,
y ajustició con sus manos al corazón del juez,
allá en el sur, donde cortan las flores en pleno mediodía.

Y se desesperan los ecos de las tripas que estrellan sus paredes
alucinando legumbres frescas de una huerta
y peces y manjares que entran por una puerta falsa
que hoy no se abrió,  para alojar tanto cargamento sin destino.

Esas lágrimas…, estas lágrimas mías retenidas
que inundan sin piedad la brecha por donde se pierden
los casi muertos de una casi conciencia,
casi hombres dormidos, futuros esqueletos violentados
mordidos por las sombras de algún cielo corrupto
que no comprendió del todo lo humano y sus cenizas.             

domingo, 29 de julio de 2012

TU ERES EUROPA
YO SOY EUROPA

... Oye, tú también eres Europa,
Entonces dime: Quien te separa,
quien busca confundirte en este falso anhelo de equilibrio,
qué quiere reducirte a ser un corazón devorado
por helados proyectos que queman tus brazos,
que ya no se abrirán como para abrazar el mar
sino que se cerrarán con fuerza sobre tus costillares.

Dónde quedaron Europa, tu caballo y tu flecha,
Dónde el rebaño buscando los establos,
y los mares surcados en busca de otras tierras
que eran el desafío a extrañas ilusiones.
Fiebre y sudor fueron las manos que izaron los veleros
que trajeron el oro del oeste y dejaron en los cielos desiertos
señales para que los ignorantes buscaran
en el vidrio roto de mil estrellas,
las escrituras sagradas de sus sueños.

¿Dónde quedaste en medio de esta Europa?
si el progreso cavó pozos tan hondos
que rompieron las raíces que te ataban a la tierra
y se fueron en ellos todos los paisajes
como flores de terror pulverizadas
sobre sábanas de amargura,
a causa de esa extraña disciplina
que quieren imponerte para encadenarte.

Un sistema demasiado cruel y enloquecido
que no llega a darse cuenta del temblor del imperio,
que ya se escuchan, no gritos de batalla,
sino el mugido triste de la vaca llevada al matadero
donde cotizará su precio por cabeza
cuando ésta ruede perdida para siempre.

Oye, yo soy Europa,
pero he perdido la mirada de la sabiduría.
Fui entregada a un ritmo frenético que desató un infierno
de ardor que mantiene despiertas las heridas
y con dolor avancé por las calles como un circo
que ha perdido su perfil y mutilado busca
que una pirueta le devuelva ese cielo
que otra vez haga existir al mundo.

Hombres encadenados veo y sordos a la vez
ocultando la falta de salida
porque han cercenado esa imprescindible dosis de locura
que siempre acude cuando se trata de instalar una nueva geometría.

No hay cuarteles pero la muerte se asoma por los ojos
y los cuerpos se aletargan porque no quieren despertar
con un nudo en la garganta otra mañana,
en que dedos invisibles de hierro
apunten a los sueños de la muchedumbre
hecha de fuego y nube
que grita para romper prisiones en pleno mediodía.

Tercamente las doce campanadas llaman a la mesa
del pan nuestro de cada día, y acude la sentencia del poeta,
“anochecer sin casa o amanecer sin vida”,
siembra de guerra fría.

“Las tierras…, las tierras de España,
jinetes del pueblo…”,
¿Tú eres Europa?


Norma Menassa
Julio, 2012

sábado, 23 de junio de 2012

LAS DEMOCRACIAS ME CHIFLAN

¿Quién no quiso nadar en un mar calmo y tibio
librado a la imaginación y a cualquier suerte?
No hubo vergüenza ahogada en ningún pensamiento
sobre la salvación del hombre,
y ninguna razón que no acabó siendo fusilada por la espalda
y las contradicciones,
ineludible andamiaje del sistema.

La pureza inicial se pudrió en formaciones de repúblicas
que emergieron como hongos al compás de pequeños estallidos
de masas que se organizaban con la inmutabilidad de
   las pirámides
con anchas bases de miserias y escasas cumbres
donde se acumulaba el oro.

Nadie quería escuchar las verdades que fluían
a través de los siglos
y las cúpulas acordaron el permiso necesario para que la
   historia
volviese a repetirse aliviada de culpas,
con plenitud de impunidad, y en su nombre
volvió la esclavitud,
los caprichosos asesinatos múltiples,
la enfermedad y el hambre
disfrazadas de políticas humanas
que enardecieron a esos 150 millones subsumidos
del canto del poeta.

Las ciudades se abrieron de piernas frente a la maldición del imperio
que cayó sobre los que se animaron a tomar las fuerzas de los bordes
que marginaban a los que caían como colgajos
de la distorsionada democracia.
La ideología se elevó sobre la idolagría de la estupidez,
la máquina cambió potencia humana por monedas,
el habla perdió su posibilidad de ser escrita
y un fermento amarillo se derramó como veneno en una diabólica travesía.

Así pasaron revoluciones que alucinaban
una suerte de fraternidad y una igualdad que naufragó en
contiendas bursátiles y peripecias humillantes.

No hubo alivio posible a la indecencia
y el mercado feudal retomó los brillos
y los señores rasgaban las vestiduras de las vírgenes
entregadas por una miga de pan.

Una falta de fe invadió la superficie de la tierra,
el planeta se debilitó en una anemia perniciosa,
que impidió retormar el color de las pieles
y el negro y blanco abrieron el espectro de las oposiciones,
el racismo transmitió un rencor ciego
con la misión de disolver las mitocondrias
y no se encontró remedio para esta dolencia destructiva.

Lo humano tiene tedio y no resiste más
el asalto del poder en un mundo partido por una horizontal
donde el Norte y el Sur tropiezan como locos.

Pero cuidado! ...se escucha un movimiento silencioso
de larva y de lombriz
dirigido a la barbarie
que escupe ácidos fermentos
sobre la civilización y su progreso.

Norma Menassa
De "Graffitis en el cielo", 2010

domingo, 12 de febrero de 2012

LOS QUE SE QUEDARON

Tiempos extraños, lejanos de perfumes y cabellos al viento.
La edad pasó en horas congeladas y tardes de tedio,
corriendo por las avenidas al ulular de las sirenas
que enfriaban las hojas de los árboles,
antaño reverdecidas de sol y sacrilegios
cometidos en crueldades sin nombres,
sólo lápidas de mármol convertidas
en blancas banderas de rendición.

¿Qué demonios arrojaban azufre sobre los adoquines,
apisonados rectángulos prisión de hierro y piedra
que partía los solitarios cuerpos de los jóvenes,
enrojecidos, tristes de sangre de crepúsculos y muerte
anticipada,
que congelaba el alma?

En los exilios pienso... Y quedo detenida en el espacio,
y desciendo en silencio los escalones del despojo,
y mi carne no responde ya al estremecimiento
y abandonada yerra por laberintos ciegos
lejos de cualquier sueño.

Cómplices del silencio, del crimen, de la hoguera,
nos quedamos mirando los frentes de las casas
sin ángeles pintados, sin olor a glicinas,
con gorriones de luto y un otoño empalideciendo
la vida de los que no partimos, sin saber por qué causa
la escarcha y el glaciar mantienen la distancia.

Después la noria continuó girando,
pero no pudo con los lechos urgentes robados a la luna
que saben a agonías,
con las sonrisas detenidas en bordes de locura,
y pieles desmayadas en frentes apretadas por latidos estériles
con vapores de espanto.

No pudo con lo inútil de un llanto,
un llanto de fantasmas que atravesaban sombras
en regiones de mausoleos de ónix,
donde esta vez el ave se quedó de tutela durmiendo
de costado.

Norma Menassa
De "Pertenezco", 2005