lunes, 17 de agosto de 2015



DEL MAR VINO LA LUZ

¿Dónde estaba yo cuando la luz cayó entre los torbellinos del tiempo
y se abrieron las páginas de mis días golpeada por hechizos,
que mas allá de las palabras olían a sangre derramada
antes que la piedad se sentara a la mesa de los dioses.

Ente los que quedamos vivos después de la catástrofe
enronquecimos las gargantas y jadeamos sobre las aguas del océano
sin lograr apagar los gritos del naufragio,
mientras los pájaros caían abatidos sobre las ondulaciones de las olas.

La arena fingió su desamparo y convertida en vidrio
tatuó los pies que buscaban algún refugio y arrancó de su increíble huella, raíces que se hundieron en alguna novela estrafalaria
a la espera de alguna presa desgraciada y
trepados en la llama de algún sueño
se desnudaron los amigos con los que compartíamos el sol
y llenos de mentiras, mudos como un altar sin misa
vistiendo ropas desconocidas se desplazaron lentamente
hacia un olvido borrascoso, sólo sombras contra el pasado
que nublaron las imágenes sobre el mar
iniciando la ceremonia de la bruma.

Del mar vino la luz que iluminó un país desorientado
del que partían los senderos que llevaban al desierto
y el verano cegado aplastó contra la roca a una pareja de amantes
que se desvaneció en el aire sin suspiros
y los cuerpos y el cielo dieron paso a otra luz
parecida a un espejismo de fantasmas
que empezó a hablarle a las piedras
revestidas ahora con joyas de lujuria
donde plata y leche se trenzaban en anillos del tiempo
quedando capturada la libertad soñada.

El mar cubrió de sal los labios besados que eran mi único botín,
un círculo de fuego azotó visiones dispuestas a matarme,
un réquiem fueron las grandes sinfonías del sol,
lo inconcluso fue un puente hacia el amor
y el rugido de la luz
el inconstante umbral donde descansa mi locura.

lunes, 10 de agosto de 2015

Encajes de Bolillos



ENCAJES DE BOLILLOS


La noche se abrió en la ventana y el cielo quedó esperando pájaros.
Mañana será todo distinto pero ahora es mío el infinito.
Mañana será una madrugada con silencios
entre los que pasarán las sinfonías solares
volviendo fosforescentes los frascos de mi cuarto.

El rocío perdido entre los yuyos despertará al dueño de las vacas
que saldrán a iniciar el ritual de cuatro estómagos pastando,
sin saber nunca que junto a ellas iba mi temblor al contemplarlas.

A causa de mis ojos que las miran salieron devoradas
por alguna locura desatada que se clavó en sus redondos ojos fijos
haciéndome pensar en la inconstancia de esta tierra,
y en la fragilidad con que existieron los días de mi alma.

La que fui y estoy siendo se acompañan tomadas de la mano
saltando al ritmo de un corazón que vibra como un río
y se preguntan por aquellas tardes en que plegarias de países olvidados
salían a la puerta de la casa a tejer sus encajes
mientras pequeños remolinos de hilos
traían las ausencias a sentarse con ellas
porque eran íntimos y habían partido de forma inexplicable.

Apenas una imagen junto a un lejano mar cubierto de pañuelos
y una ínfima historia pegada a sus polleras
sin poder esconder las huellas que algún Dios,
habría grabado entre sus piernas entreabiertas
salpicadas con agua, sal, y granitos de arena.

Océanos de espuma borran las huellas de los pájaros
y cortejos nupciales anuncian haber llegado al borde de este mundo
donde mujer y espuma inician el delirio con la luna
y el blanco hilo dibuja sutilmente en el encaje
el movimiento de sus brazos desnudos agitando el pasado
sin rezos en la voz y dueñas de una memoria de borrascas.