jueves, 1 de agosto de 2013

Mi Secreto





 Cielo de verano en Madrid
e invierno en Buenos Aires.
Cielos enfrentados como dos espejos:
humedades y luz.

Camino como si las nubes hubieran descendido
y fuesen mi captura en una imaginaria canción
saliendo inocente de mis labios,
como una pompa de jabón, sin sombras.

Los antepasados convertidos en espíritus
colgaban de las ramas del ciruelo
y sones de trompeta acompañaban los pasos del silencio
posándose en la tierra fascinada por el vuelo de un pájaro
que señalaba el camino del olvido.

La música del río sonaba atronadora y llegó hasta la orilla
arrastrando una camisa roja con ojales enormes
por donde el tiempo pasaba gota a gota
repitiendo: soy lo que fui.

Recogí del bolsillo un papelito que desdoblé
entre risas y llantos mientras espantaba
las dudosas miradas de las moscas y su zumbido
para que se perdiesen en el mundo impalpable
de esa línea raptada por el cielo.

La boca de papel me preguntaba
¿dónde se esconde lo que nunca me dijiste?
y preferí que se rompa en mil pedazos el destino
y entre astillas de vida besé la camisa destrozada
y me hundí en la ceguera de un relámpago miserable
sin confesar, porque no me acordaba,
en que despojo dejé oculto mi último secreto.

lunes, 8 de julio de 2013

Espero del mañana...





A nuestro alrededor pasó de todo.
El planeta se llenó de habitantes destrozados,
ávidos de sangre humana y el metal fue la reja donde se pudrió el odio.
Veníamos cruzando ciudades y a través de los techos hicimos el camino
pero no dejamos de cantar mientras las chimeneas llenaban de humo
nuestras vidas que parecían un pensamiento tallado en el mañana.

A veces había que decirle al corazón que no latiese así,
que se acallara,
que esperase la siguiente mano
que a lo mejor venía el as de espadas
y habríamos ganado la partida.
A esas alturas el futuro quedaba a una distancia inexplicable
y los años eran algunas gotas de miel y acíbar combinadas
de tal manera que inundaban los oídos
y la vida era esa mujer impúdica
pidiendo un pedazo de pan, un pedazo de sol, un pedazo de algo.

Una avalancha de palabras trajo el temblor
y un remolino arrancó de la garganta un canto
que deformó los puntos y las comas y el olor a tinta impregnó el papel
que hablaba del futuro al que le entregaríamos la última palabra.

El hoy se imponía furibundo y quedaban los sueños en el aire
siendo el mañana una revista de aventuras por entregas
que aparecía el día viernes
y que tenía entre paréntesis al pié de página
la posibilidad de volver y que la vida continuara.
En ese tiempo de la pausa quedaban los incendios apagados
e imaginaba que había que decirle al mundo que así no,
que hay que cambiar de vida, aunque por ahí dicen que morir es cosa fácil,
y movía la cabeza hacia los lados pensando en lo difícil y en lo fácil
teniendo en cuenta que el hombre no se achica
ya que la apuesta la hizo de antemano sabiendo que la deuda es impagable.

Yo del mañana espero un jardincito
donde la tierra esté limpia de alimañas
y un viento desparrame los cabellos y suelte las piernas que se alargan
para ignorar que las rodillas alguna vez cayeron
pidiendo un anticipo por fuera del salario,
para pagar el alimento con orgullo y no escuchar más un grito de hambre.                                    
                                                                                               

martes, 2 de julio de 2013

LA NOCHE




El cielo tiene miedo de la noche,
de ese silencio lleno de murmullos
cuando los ojos se llenan de recuerdos
y una invasión de ópalos se cuelga en la mirada.

Levanto la cabeza y veo un nido de luciérnagas
rodando por el cielo,
cruzando todos los signos zodiacales,
mientras un aerolito cae sin mirar a nadie
de la elipse cerrada de los astros
y se ve abrir en el cielo un bosque de hadas extasiadas
que me prometen el cumplimiento de un milagro inalcanzable.

Un vuelo se agranda en la herida de su estela
y se ahoga un grito que solo cicatriza en el espacio.

Mi mirada se vuelve delirante en un aire de verano y primaveras
donde danzan las luminarias sin moverse
porque tienen la luz dentro del cuerpo
y aprendieron la lección del telescopio que creyó mirar y era mirado.

Con un llanto de luna oigo el ladrido de un perro
que da la vuelta al mundo
y un nocturno durmiendo en un concierto único
reposa sobre el piano que ensaya muertes tenues
junto al sonido del mar que prepara algún naufragio
mientras doblan las campanas de los astros muertos
y el azul del universo se salpica de luz,
aquella que desbordan los planetas
dominando un insomnio interminable
e invade todos los rincones
cuando es hora de dormir en todas partes.

El tiempo de los siglos se insinúa terriblemente envejecido,
cansado de soñar en esa espera que salte una ilusión
y llegue al cielo
sentada en una lágrima.

martes, 25 de junio de 2013

AH!!! LA POESÍA, LA POESÍA...



En el lenguaje será que el hombre desvíe su mirada hacia el Oriente para descubrir una asimetría que romperá con la comunicación a través del lenguaje poético el que opera una ruptura y abre lo nuevo cuando introduce un nuevo medio de simbolismo, desvío del sema, comunicación de la incomunicación.
Una realidad entonces constituida por términos opuestos que en conjunto constituyen el equilibrio absoluto, se volverá insuficiente para ubicar una naturaleza humana que se escapa más allá de una concepción del equilibrio, del ritmo, de la armonía y una nueva materia, una materia de arritmia, de vibración, una energía no cuantificable, imposible de poner en términos discretos, por lo tanto una energía no ligada, un golpe de sonido, que escapa a la imagen acústica con innumerables ecos de diferente intensidad.
Anticipación una vez más del lenguaje poético comenzando a usar los blancos, la disposición de las letras que impresionan con sus silencios, el ritmo fragmentado produciendo movimientos rápidos o lentos, creando los tonos del poema, escapando del experimento geométrico y de cualquier psicología profunda para cubrir las superficies de magnitudes imposibles de conocer y que explotan una realidad que no sabe conciliar el universo mecánico de este tiempo con el nuevo descubrimiento.
La lucha será a muerte y la cultura forzará el terreno intelectual y pseudo-intelectual, donde la industria y la propaganda crearán con su cultura de masas la todavía no definida perversión de la realidad

viernes, 21 de junio de 2013

Su mano de Adiós, un golpe de olas en el alma

Me devuelves al mar para que aprenda
el hechizo de las voces del olvido dejadas en las manos.
Pequeñas lágrimas detenidas vibran a mis espaldas 
y mi pecho rompe en un charco de lamentos 
contra una atmósfera de piedra.
Había presagios en el cielo y signos en el aire.
Venía la belleza hacia mis ojos 
y caminaba segura en tu planeta.
Yo te hice flor y música de nardos hicieron de tus pies
dos alas y de tu impulso ciego, un camino
que lleva a lo infinito.
Fuí la circe del mar en que viajabas descuidado
y cantaron nenúfares de noche sobre el encantamiento
mientras la rueda de la espera contagiaba de luz
toda la realidad en un instante....
No hay manera de cambiar los signos
y el encuentro dura lo que dura un sueño
y es tan real como las tempestades.
Pero quedó tu mano de adiós con ritmo de ave,
moviendo con la solemnidad de una mujer que se desnuda,
el torbellino de un fuego originario donde arde el mar
y su delirio.
 

miércoles, 5 de junio de 2013

AMAR EL MAL





A veces me preguntaba que destino fuera de mi destino tendrían los actos.

Fuera de mí todo carecía de sentido y entendía que todo era puro desplazamiento y que no tendría otra salida que la salida al mar y dejarme estar a la deriva.

Caer desde no se sabe dónde, en cualquier lugar, eso era lo que me venía ocurriendo desde los años de la adolescencia donde el futuro era sólo la cercanía de los que rodeaban, donde las preguntas eran con quienes habitaría el mundo de las noches.

Un severo desprecio por la violencia y por lo que se tuerce, me acompañaban también desde hace mucho y hacían que no prestase tanta atención a las habladurías ni a los malos consejos de los que se acercaban para que yo pudiese reconocer que ese amor era imposible porque el tenía una estructura familiar armada y yo sólo era su ventana de oxígeno por la que se asomaba de tanto en tanto para poder mirar el horizonte y el declinar del sol, en esas tardes crepusculares que evocaban su caída.

El reino de los cielos había descendido y se instalaba en los pormenores de su vida cotidiana formada por el padre, el hijo, y una mujer sin espíritu que lo había perdido todo en nombre de esa santidad lograda que era la familia.

Yo había aparecido como un ángel, mas allá de los demonios, un mediodía iluminado de los veranos de esta ciudad que se mezclaba con la algarabía de mis faldas al viento y el color afiebrado de los estampados sobre la piel dorada por el sol, y alegre por la proximidad de las tardes estiradas, húmedas hasta un anochecer vivido en las terrazas públicas habitadas de cielos y de estrellas.

Yo amaba el mar, y la terquedad de sus mareas que me acercaban y me alejaban. Yo no quería amar más que a la vida, sin integrar ninguna dramática personal tomada al pié de la letra, porque presentía que todos los lugares se movían de lugar, que nadie tiene la última palabra, porque la última palabra no es la última sino sólo la posibilidad de un punto.

Yo tenía una muerte aliviada por la posibilidad de la escritura y comenzamos así nuestra novela por entregas que tenían la periodicidad desobediente que tienen los actos que se rigen por las ganas de estar dentro de la escena.

Todo iba tomando el tono del verano y nuestros encuentros tenían el vértigo del amor cuando recién se inicia.

Esa noche había salido a caminar sin ninguna intención que me llevase a algún lugar determinado. Me atrajeron las luces y la alfombra roja que descendía por las escaleras de esa casa de piedra donde se jugaba y sin pensarlo demasiado entré a la sala de juegos donde los desafiantes hacían sus apuestas.

Ví como pasaban ante mí las cartas que tenían el peso de encarnar a la nada, transformando a la nada en apariencia, ese vuelco del corazón dando cuenta de un vacío.

Sobre el tapete se descubrían y alineaban sumando cifras o restando presencias. Hice mi apuesta mirando el verde y mi mirada se sacralizó en el juego haciéndome sentir que tenía la suerte de mi lado porque yo y Dios éramos la voluntad que dominaba.

Algunas fichas comenzaban a apilarse a mi costado y algunos jugadores comenzaron a seguir mi jugada que cada vez se hacía mas invencible, hasta que se impuso el cambio del pasador que se alejó derrotado.

Mis ojos seguían brillando sin pudor y comenzamos nuevamente la ronda con las cartas tiradas débilmente por quien esperaba ser derrotado nuevamente.

Volví a ganar y toda la mesa estalló en carcajadas que festejaron la continuidad del desorden que establecía mi buena racha.

Levanté la mirada y lo miré. Habíamos estado juntos en la mañana, con la luz y el canto de los pájaros. Habíamos estado escribiendo nuestra historia y sufrido la imposibilidad de estar juntos que la vida nos planteaba. Habíamos hablado de nuestro amor y del futuro.

Ahora estaba frente a mí, mirándome con esos ojos que desconocía.

Toda la luz era la Noche que envolvía sus manos y su cara fue tomando la dureza de las curvas marcadas de a poco por sus gestos.

Algo de lo demoníaco se instaló en su mirada y el mal comenzó a hacer sus estragos. Nos encontramos en él y quedé nuevamente fascinada. Había aceptado el desafío de mi juego, había entendido, y me sumergió en cada paso en un abismo donde yo apostaba a ganar y perdía siempre, y el apostaba a mi angustia y ganaba siempre.

Tuve que abandonar la mesa, me quedé por ahí, volvía a apostar en otra mesa y volví a perder, al mismo tiempo que comencé a reírme sin poder detenerme, como habiendo descubierto una alegría. Mi Dios me perseguía pero yo había abandonado a mi Dios. Me había separado.

lunes, 22 de abril de 2013

UNA PRIMERA VEZ





La bolsa o la vida, ésta había sido la última frase leída antes de apagar la luz en esa casa de fin de semana, en un lugar todo verde, una isla pequeña surcada de estanques, con un muelle que daba al río al que le gustaba visitar por las mañanas muy temprano, cuando todos dormían aún y el sol se asomaba tímidamente, mientras los pájaros cantaban en soledad su alborozo por estar vivos cada mañana, cada vez como una primera vez.
Se quedaba sentada con un poco de frío en la piel y la humedad que ya no era rocío, mirando el agua y sus movimientos que siempre se debían a otros movimientos que calculaba se producían mucho más allá, en algún ramal donde un velero tal vez, o una lancha, la habían madrugado, inocentes cómplices de todos sus amaneceres.
Había llegado a ese lugar casi desprevenidamente, pero allí se había quedado los últimos tres meses que marcaban el ritmo del verano, cosa que no había calculado nunca pero que aconteció sin esperarlo, como cualquier acontecimiento, como cualquier cumpleaños.
Fue una invitación que le hizo Él, él que tenía el don de llevarla a lugares increíbles como si su empeño siempre hubiese sido deslumbrarla, darle como sorpresa lo inesperado, imaginar lo que ella no se atrevía y que ella siempre recibía con la impresión de que se le abría la cabeza, para que después alucinando lo inevitable, se le abriera el corazón junto con las piernas.
Él la conocía de una manera como se conoce a una mujer, era en realidad su primera salida, pero él la conocía sin saberla. Traía dentro de sí a esa mujer que quería amar y todo resultó así desde la primera vez, porque ella se vio liberada del invento, y sólo tuvo que aceptar lo que él traía.
La timidez esencial de ella y un misterio enmascarado hicieron que aceptara la invitación de pasar juntos todo un día, cosa que le parecía un exceso y que temía como se temen la falta de palabras, el aburrimiento, o la indiferencia.
¿Y si no pasaba nada? ¿Si se me vuela el alma en el encuentro y dejo de sentir, y todo se transforma en un pequeño fracaso más, de esos insignificantes, que tienen el poder de volverme más insignificante, más poca cosa?
Cuando llegaron la casa estaba llena de gente, todos jóvenes amigos que se conocían entre sí. Él recortaba su figura que se agrandaba entre sus risotadas, como si poseyese el doble encanto de una ternura y una firmeza remarcada en lo negro, sus ojos y sus cabellos, única oscuridad que surcaba su cara de tanto en tanto, con el viento o con un ademán de su mano.
No había aparecido en su vida solo, cuando lo conoció eran dos amigos que se amaban, eran los dos bellos, los dos la habían deslumbrado. Sintió que era imposible separarlos, formaban como un cuadro donde una imagen no puede ser separada de otra imagen porque se pierde la armonía y junto a ella la belleza.
Se enamoró de los dos como se enamoraba de las obras de arte, donde el goce era sólo estético, donde todo era solo contemplación.
Sumida en la indecisión y capturada por la escena dijo que sí a la cita, suponiendo que Él se había decidido por ella, efectuando el corte de la imagen en ese apresurarse primero, en esa invitación que lo posesionaba en dueño de la situación y por lo tanto en su dueño.
Tomó de nuevo la novela que leía y se tiró en la mecedora que habían colgado de árbol a árbol, casi tocando el agua del río. No lo escuchó llegar, pero levantó la vista y lo miró. Otra dulzura. No Él, sino su amigo, le proponía mecerla despacito mientras leía, para nada, dijo, para mecerla, para jugar despacito y sin que nadie sepa. Para mostrarle que él estaba también en su cuerpo, despacito, y ella lo amase en un silencio inconfesable. En lo nunca confesable de un amor que había traído Él, para que yo lo viva a solas en este tiempo que ya llevaba tres meses, en este verano que nadie se propuso pero que sirvió, para que la intención de Él se cumpla. Que por primera vez, yo tenga un secreto.


viernes, 5 de abril de 2013

Amor, no estás






 Y me quedé mirando los círculos concéntricos
del guijarro arrojado a la laguna
y te busqué en el mismo centro sin hallarte,
ni encontrar los límites donde pudiera profanarte.                           

La noche se ahuecó para escribirte palabras imposibles,
sin caídas, en el final de este viaje con gusto a despedida.

Cierro los ojos mientras te alucino,
persiguiendo los ruidos de mis pasos donde cruje nuestra historia,
en esas aceras pisoteadas que recuerdan la invulnerabilidad de ciertas almas
frente a temores de vivir, a punto de estallar en una casa abandonada.

Ay… que distancia enorme se interpone
y no escucho mi nombre en tu llamada
y no sé como romper la hoja de papel que sabe a profecías
y a sueños desconocidos donde se rompen todos los perfiles,
y avanzo hacia el vacío blanco donde arde mi amor
y el cuerpo cae como un racimo de uvas en la violencia del verano.

Estaba en mi casa y te esperaba en una línea horizontal que se extendía hasta las respiraciones de la noche, sólo perfumes y recuerdos.

Una sílaba será la encargada de reorientar al pájaro perdido
en medio de catástrofes y si no encuentro mi espalda en los espejos
será porque les pido el gran estruendo que ejercite el luminoso oficio
de correr todos los riesgos, y ser mi prisionero fugitivo.

Yo también me detuve a un paso tuyo,
mi imagen separada quedó junto a tus ojos,
y giré la cabeza hacia otro lado
para ocultar una inocencia a punto de perderse
dejando al descubierto a una niña desnuda que miraba la vida
desde un curioso espectáculo de lágrimas y  silencios.

lunes, 25 de marzo de 2013

Primer amor extraconyugal




     "Para encontrar razones de vivir, traté de destruir mis razones para amarte.                      
Para encontrar razones para amarte, viví mal”.
                                                                                   (Antonin Artaud)

Hoy tu ausencia, me pregunto por esta distancia que me habita y me hace suponer la imposibilidad de esta historia hecha pedazos, tan fragmentada, tan discontinua. Necesito de ti, necesito de un tiempo tuyo que se diluya en un tiempo más extenso de mi vida. Por momentos me parece que esta temporalidad que le impusimos a nuestros encuentros fue sólo para ponerle barreras a nuestra voracidad, temíamos comernos, pero ahora me parece que esto es excesivo.
Sufro a veces y me pregunto que haces para que yo viva mal. Todos mis encuentros en ausencia que es cuando te pienso, tienen que ver con el infierno. De la historia de los celos puedo decirte que todos tus últimos intentos para que yo pudiera soportarlos, fueron mediocremente insuficientes. Que yo a mi vez te sea infiel tampoco es una solución que me calme. Imaginarte con otra me sume en una gran desesperación, me siento desesperada de soledad, todo me molesta demasiado y tanto que pongo en juego mi propia existencia. Es la presencia de otra mujer la que me perturba, pierdo todos mis sentimientos de ternura y no podría ser de ninguna manera cariñosa con ella. Me vacío de mí y es en lo negro de la ausencia donde te pierdo, es en mi ausencia de tu vida donde pierdo mi razón para vivir y sufro.
Sufro de condenables pérdidas de mi cuerpo, lentos vacíos donde el fondo sólo puede ser una presencia, tu amada presencia tan ausente, y allí para no desear tu muerte es que te llamo y te pido. Te pido para que me impidas pensar tu muerte.
Feroz encrucijada. Sé también que sostendrás mi mirada y que no vendrás. No vendrás y desde la altivez de tu gesto deteniéndome, arrancarás de mí la próxima esperanza.
Demasiadas cosas hay que me unen a ti para que te pida separarnos. Sé que una vez mas sellaremos nuestro pacto, el pronunciado en el encuentro de nuestras miradas, nuestro verdadero pacto de amor: “Hasta el final, hasta el final”.  

martes, 19 de marzo de 2013

Recuerdos




A veces me decías: vendrá el cobre oxidado de mi voz de mediodía, vendrá a confesarte los sueños intranquilos que me persiguen nerviosos, con cúpulas de iglesias que veo a través de la ventana y vasijas del norte llenas de humedad con moho que veo desde adentro.
Y visionaba hombres en desfiles con mujeres tomadas de la mano que nunca bailaban ni jugaban en mi presencia, pero que estaban desparramados en casas imponentes con balcones y rejas de metal. Otra vez el metal pero ya no el cobre de tu voz, sino el hierro necesario para ceñirme, para contenerme, para no dejarme ir.
Me traes otra vez a mí, me acuerdo otra vez de mí, de la que fuí y a veces otra. Espero nocturnamente el regreso de mis ángeles y demonios, los espero en burla sumisa, sin apasionarme. Volveré con el tiempo, mucho tiempo que pasará hasta que me retomes en tu recuerdo, nada más que una cara soñada y así todas, nada más que caras de una ronda que gira a toda velocidad frente a una cámara filmadora. Me falta la poca decisión de abrir o de cerrar los ojos para conocerme.
Nací en un barco cosmopolita, en alta mar, océanos confluentes, país negado, tierra de todos juntos, tan juntos que ahora somos un borrón, una mancha natural, una manchita, un lunar, oh!.. Pequita de mi espalda en el omóplato derecho.
Nací sin tierras agrietadas, exigentes de amor y de alimento, bajo mis pies. Sin tierra bajo mis pies quiere decir que puedo dejarte en cualquier momento, ahora, si viniese el marino extraño que me devuelva a mi mundo hecho de aire y océanos, que me tome por sorpresa y me lleve con él a compartir un largo viaje, un simplísimo viaje alrededor del mar sin tocar la tierra. Pero no me creas, no podré dejarte nunca, estaré con vos en cada tecla que manche esta pantalla, en cada historia escrita como ésta que hecho a volar por este mundo de aire y cibernética.

jueves, 14 de marzo de 2013

Esta melodía ajena



Vino a preguntarme otra vez más si la reconocía.

En medio de un cielo gris flotaba la humedad de los pastos
donde nos encontramos en esos pequeños conciliábulos de niños asombrados por el blanco de una cicatriz y la luz mala de un relámpago marcando en el cielo esa frontera incomprensible
donde la aventura y el milagro hacen crepitar la tierra,
sólo un ensayo de melodías extraviadas
que vienen a preguntarme por mis extravíos.

Hay en mí insaciables vapores que también se levantan
y ascienden como pájaros negros en medio de esta lluvia
que insiste en mostrarme que hubo vientos
y sombras asustadas por esos llantos,
en un cielo denso como pena que extraña al que fué amado.

Lágrimas y lejanías entablan melodías fuera de mí,
que ignoran por ahora lo que traerá el día,
si una cama profana o burbujas reflejando
aquellos rostros que aparecieron y luego se marcharon
sin dar lugar al sermón de despedidas
que cayó desvanecido como un instante de dicha
frente a la fealdad y la miseria.

Se unió a mi alma esta atmósfera
que comenzó a entonar cantos obscenos,
sin nombre ni tiempo, inclinados sobre mi destino
y que brotaron de mis labios
como violetas solitarias abriéndose a la lluvia.

Fuera de mí, ardiendo de placer
se convocan los dioses de mejillas infladas tocando las trompetas
y comienza un aleteo de gotas aturdidas
que entonan letanías vueltas íntimas como sábanas flotantes,
con fantasmas que salen ilesos de conjuros
cual monjes de una procesión lejos del monasterio.

La historia que vivimos vuela sobre un paisaje
donde al final no hay nadie
e insiste en lo que vino a preguntarme,
y el eco de la ausencia toma su voz de trino
cegada por la luz diciendo con un aliento de delirio:

¿me reconoces?

Soy esa melodía obtusa que pierde el pié en el terror del tiempo,
soy tu extraña pasión, tu crispación despojada de memoria,
tu nota no sabida, tu propia ajenidad.

Y la duda se hundió mansamente en el pentagrama tendido
donde se engendran los versos de los hombres.

lunes, 11 de marzo de 2013

Te xtraño




         Son las dos, y vos que llamás a veces, o no llamás, como ahora, mientras te espero igual, en esta tarde que está llena de sol y cielo. Te imagino llegando, con los bolsones que no caben en tus brazos, bajando en la estación en medio de una nube de arena, y vos defendiéndote a codazos hasta encontrar a Ug. que pudo ir a esperarte y que te tranquiliza.
         Hay un poema tuyo colgado en la biblioteca, sostenido por unos libros al que anoche no me pude animar porque se me llenaban los ojos de lágrimas, tanto que no podía ver la cama desordenada, por nuestra costumbre de no ordenarla y porque no estás. Tuve que dormir anoche con una manta encima porque tenía frío y ni siquiera se acercaba el gato al que le dejé toda la noche la puerta abierta como señal de que podía entrar, pero el tampoco quiso moverse de su territorio, como si de alguna manera comprendiese que hay vacíos que me tocan solamente a mí.
          Ahora estoy sentada frente a la máquina y entra el reflejo del sol por los vidrios y no hago más que pensar en el mar y en el fin de semana juntos. Lo espero, como el regalo prometido, como si Los Reyes hubiesen bajado a mis zapatos y hubiesen abierto esta carta dirigida al borde impreciso de tu ausencia. 
Te amo.

jueves, 28 de febrero de 2013

Lo pensé:



 
Dar cuenta de los hechos es una misión imposible. Encuentro que en la mayor parte faltan palabras y que un gran basurero recoge lo que sin proponérmelo queda a un costado, en espera, como quedan las cosas insignificantes. El silencio es una ausencia connotada y en realidad, no dice nada, que no está mal, ya algo dirá, pero lo que no puede el silencio es equivocarse.
Pero tengo sed y quiero la vida. Pido un poco de vida, un poco de equivocación para volver a retomar en las idas y las vueltas, todos los rodeos. Volver a encontrarme en los rodeos, es una otra forma de volver a encontrarme.
Por lo tanto, me digo no más vueltas, quedó pendiente una respuesta de mi parte a tu propuesta de irnos a vivir juntos, me parece que quedé un poco anonadada, es decir en contacto con la nada, por lo inesperado.
El amor cuando está vivo trae estas sorpresas, porque el otro también es un tiempo que late, que no deja de latir. Pero no sé porqué la pausa, tal vez porque quería tener una seguridad que nunca encontraré, tal vez porque me abismé en el mundo que se me abría y que tenía que empezar a poblar de imágenes, de actos, de palabras sobre los actos, tal vez porque me preguntaba por mi amor y por tu amor, buscando no sé que desencuentro. Pero aquí estoy, no encontré nada, ninguna certeza, ninguna garantía, solo un salto en el vacío sin que nadie me empuje. Yo y mi decisión, un pacto de amor, por nada, un entregarme a lo que todavía no es.
Una vida juntos. Una confianza en tu humanidad y en la mía.
Te digo que sí, que quiero.
Además tengo miedo,
y te amo.

lunes, 25 de febrero de 2013

Esta melodía ajena





 Vino a preguntarme otra vez más si la reconocía.

En medio de un cielo gris flotaba la humedad de los pastos
donde nos encontramos en esos pequeños conciliábulos de niños asombrados por el blanco de una cicatriz y la luz mala de un relámpago marcando en el cielo esa frontera incomprensible
donde la aventura y el milagro hacen crepitar la tierra,
sólo un ensayo de melodías extraviadas
que vienen a preguntarme por mis extravíos.

Hay en mí insaciables vapores que también se levantan
y ascienden como pájaros negros en medio de esta lluvia
que insiste en mostrarme que hubo vientos
y sombras asustadas por esos llantos,
en un cielo denso como pena que extraña al que fué amado.

Lágrimas y lejanías entablan melodías fuera de mí,
que ignoran por ahora lo que traerá el día,
si una cama profana o burbujas reflejando
aquellos rostros que aparecieron y luego se marcharon
sin dar lugar al sermón de despedidas
que cayó desvanecido como un instante de dicha
frente a la fealdad y la miseria.

Se unió a mi alma esta atmósfera
que comenzó a entonar cantos obscenos,
sin nombre ni tiempo, inclinados sobre mi destino
y que brotaron de mis labios
como violetas solitarias abriéndose a la lluvia.

Fuera de mí, ardiendo de placer
se convocan los dioses de mejillas infladas tocando las trompetas
y comienza un aleteo de gotas aturdidas
que entonan letanías vueltas íntimas como sábanas flotantes,
con fantasmas que salen ilesos de conjuros
cual monjes de una procesión lejos del monasterio.

La historia que vivimos vuela sobre un paisaje
donde al final no hay nadie
e insiste en lo que vino a preguntarme,
y el eco de la ausencia toma su voz de trino
cegada por la luz diciendo con un aliento de delirio:

¿me reconoces?

Soy esa melodía obtusa que pierde el pié en el terror del tiempo,
soy tu extraña pasión, tu crispación despojada de memoria,
tu nota no sabida, tu propia ajenidad.

Y la duda se hundió mansamente en el pentagrama tendido
donde se engendran los versos de los hombres.

miércoles, 20 de febrero de 2013

Me tildé



A veces quisiera saber que piensas cuando me miras con cara de agua, pero no te lo pregunto.
Quedo enfrentada a ese mar de suposiciones donde ninguna se sostiene, por eso, porque son nada más que suposiciones. Pero no es del todo malo, hay que pasar por la experiencia de este suspenso que sólo depende de vos, donde quedo flotando embanderada, eso, un poco sola como una bandera enarbolada.
Me gustaría desprenderme a mí también sin que sea por tu culpa, abrir la boca como la cantante negra de anoche, desenrollar la cuerda, expandirme con los brazos al aire y el pecho, tomar mi vida sin desesperación pero a la vez totalmente desesperada, dejar de lado el juicio que se entromete y que no me deja continuar.
Juicio como un Dios, ahora transformado sólo en una canción que sale de mi jaula llena de viento. Sentir que hay adelante y después, pero que después no es el mañana sino un punto del destino. Todo se resuelve en esta hora o nunca, y el "tendría que haberlo resuelto ayer" se rompe en mil pedazos como las ataduras y la buena vida se transforma en la vida buena aunque un poco desmantelada y casi a la intemperie.
Bueno, en realidad yo quería hablarte de la música, preguntarte si te gusta ese mundo de sonidos que te inundan, que te sacan el peso de encima y te hacen recuperar tu liviandad hasta no ser más que eso, cualquiera que se mueve en el espacio del tiempo sin saber de fronteras, sólo notas y silencios.
Silencios como los que marcan este momento incierto, que tanto tambalea, en el que una decisión aleja para siempre las promesas y donde lo desconocido del paso que vamos a dar, nos junta y nos separa al mismo tiempo. Juntos, solo algunos puentes en donde nos encontramos y después las turbulencias de mi vida y de la tuya agitándonos a destiempo. Un cuerpo y otro cuerpo navegando en derivas impensadas como barcos de papel y tinta graficando el recorrido de este viaje.
Estarás conmigo esta noche en mi clase de danza donde bailaré para vos, como si fuera lo único que me importara hacer.
Te extraño.

miércoles, 13 de febrero de 2013

A plena penumbra



A veces se me apaga la luz  y entro tropezando con las cosas
y no te reconozco en el silencio.

La noche se hace grande y sólo un astro que cada tanto se pega a mi ventana,
ilumina la única cama que habitamos.

Nos habíamos mirado en el espejo carbonoso de las vejaciones,
y ocultado el ardor en la piel que empalidecía
en el sepia de un descanso sin gestos.
Nos amábamos en el país del abrigo y la sombra,
pero también nos atravesaron los escalofríos
que torcían nuestros cuerpos
dispuestos a navegar en una nube que a traición
se volvía quejumbrosa ,
y pesada ennegrecía el cielo y toda la vida era penumbra.

No habíamos proferido en voz alta nuestros nombres
y sin embargo se incrustaban en las paredes las letras como trozos de jade.
El amor era una carta escrita desde un país lejano, luminoso,
una torre incendiada que iluminaba de azul en raras ocasiones
el ángulo en que se abrían en dos nuestros caminos
por los que avanzábamos cada cual a su modo
escuchando crepitar bajo los pies las hojas de innumerables nervaduras
que desprendidas ya nada tenían que ver con el árbol
y eran sólo testigos de ese inmenso temblor
tan parecido a nuestro temblor en donde crecíamos
y esperábamos el tiempo en que otra luz,
una luz de sol inaugurase otro tiempo
en el que pudiésemos mirarnos un poco.

jueves, 7 de febrero de 2013

Él esperaba de mí una respuesta




No estás.
Mi mano había quedado desde ayer prendida a tus cabellos.
Era una de esas noches en que la ciudad desprende de su asfalto nubes de humedad, cálidos vapores envenenados de nostalgias y pensamientos pesados como la atmósfera en la que me sumergía. No encontraba ninguna cosa para hacer, solo esperar alguna señal tuya después de aquel encuentro, una señal, como si no hubiese en el mundo ninguna otra cosa que me estuviese destinada.
Decidí perderme en la ciudad, hasta encontrarme parado frente a tí que no conozco, tratando de convencerte de que te quedes conmigo en esta mesa, porque te voy a acompañar a vos que venís de otro país y no entendés el idioma, que entraste aquí para encontrar a una mujer y resulta que sólo alcohol y cigarrillos con otros como vos. Como yo también, perdido en la ciudad, perdido en esos besos, tratando de que esa mujer que encontré quiera darme una señal para que sea posible amarla.
A medianoche una mujer vestida de azul estricto seguía tocando un instrumento de viento en la pequeña plataforma del “Texas Bar” y despertaba en mí sentimientos atroces donde lo ridículo se imponía y la burla explotaba en una carcajada irresistible cada vez que la miraba porque la confundía con una virtuosa del ejército de salvación, tan rígidamente parada, tan pulcra, como si ella se hubiese convertido también en un instrumento brillante y sonoro pero sin alma.
Me quedé hasta que un sentimiento de desesperación surgió de esos personajes ya desdibujados en medio de la bruma, alientos de urgencias me rodearon y empujaron de mí hasta hacerme sentir que esa desesperación era la que me expulsaba.
Tal vez la misma desesperación que me llevó hasta ellos, y me arrojé nuevamente a la calle a seguir caminando la noche y así llegué hasta las dársenas del riacho ancho y sucio y desmantelado con chatas y cargueros pudriéndose hasta la mitad en el agua y otros restos asomando ambiguamente negros sobre la superficie.
Subí y baje por las veredas desparejas y casas de madera sin saber qué, hasta llegar a entrar nuevamente a otro lugar cerrado y poner una moneda en una máquina y quedarme a escuchar de pié algún blue mientras miraba sin ver otros rostros tratando de encontrar alguno, que no encontré allí ni en esa noche.
Después otra vez las calles y otras noches sin saber, vagabundeando, a causa de mi desconcertante espera.
Te hice una propuesta ¿ la esperabas?

lunes, 4 de febrero de 2013

Extraño lo efímero



Pasiones,
ráfagas inesperadas capturando segundos.
Una elección en juego
y la premura atolondrada evadiendo cualquier juicio
en esta historia de amantes.

Los actos pierden sus privilegios escapando al estatuto
y cualquier atadura se vuelve innecesaria.
Sólo el aliento suspendido dilatando el pecho
reptando en territorios de lo inesperado
donde la selva despliega un escenario
de lianas tendidas para que un cuerpo
vuele al infinito y caiga como una estrella fugaz
sosteniendo la red del salvataje.

Te extraño.
Desde la dama negra que me habita
desoigo tus promesas de futuros lejanos
y me empecino en esta brevedad
que no sostiene ningún tiempo
y giro hacia el centro de la tierra
a buscar lo que desaparecerá.

Tal vez una palabra que se quedó sin tiempo
pendulando un instante en este desvarío.