miércoles, 27 de agosto de 2014

SU SU MANO DE ADIÓS, UN GOLPE DE OLAS EN EL ALMA

SU MANO DE ADIÓS,
UN GOLPE DE OLAS EN EL ALMA.

Me devuelves al mar para que aprenda
el hechizo de las voces del olvido dejadas en las manos.
Pequeñas lágrimas detenidas vibran a mis espaldas
y mi pecho rompe en un charco de lamentos contra una atmósfera de piedra.
Los años pasaron como selvas estrellándose
contra un horizonte sin abismos
y se alejó de mi el ruido de tus pasos que fueron
ecos de las olas cerrándose en ovillo antes de su desmayo.
Había presagios en el cielo y signos en el aire.
Venía la belleza hacia mis ojos
y caminaba segura en tu planeta.
Yo te hice flor y música de nardos hicieron de tus pies dos alas
y de tu impulso ciego un camino que lleva a lo infinito.
Fuí la circe del mar en que viajabas descuidado
y cantaron nenúfares de noche sobre el encantamiento
mientras la rueda de la espera contagiaba de luz
toda la realidad en un instante.
Vibraron sonidos de una vieja flauta que acompañó a la noche,
aquella noche donde dos angustias se hablaron en secreto
para nombrar el mar, sabiéndolo innombrable,
y las olas se agrandaron satisfechas porque fuimos
el endemoniado fondo que atraía con todas sus fuerzas invencibles,
a los monstruos sonámbulos heridos,
perdiéndose en una agitación que nos golpea el alma.
¿Acaso yo sabía del hechizo?
-Oh, esa belleza del mundo entrelazada de música y ausencias
donde el destino habla.
No hay manera de cambiar los signos
y el encuentro dura lo que dura un sueño
y es tan real como las tempestades.
Pero quedó tu mano de adiós con ritmo de ave,
moviendo con la solemnidad d una mujer que se desnuda,
el torbellino de un fuego originario donde arde el mar y su delirio.

jueves, 7 de agosto de 2014

OTRO RECUERDO

OTRO RECUERDO

Con los ojos abietos, sin saber,
me quedaba mirando la rama engalanada
con la flor del manzano
que blanca como la nieve y tan juntas perfumaban el aire.

Había un olor a incendios juveniles saliendo de tus labios
cuando la luz atravesaba el mediodía
y todo era un latido acelerado.

La rama se doblaba con el viento
y la flor del manzano me miraba estremecida
al tiempo que caían pétalos a mis pies de pájaro inventado
como cae un vestido sin edad desafiando al silencio.
Dame tu fruto, dame,
que le daré algún nombre que rime con recuerdo.

Algún verano desplomado por la naturalidad del tiempo
hablará en voz muy baja del calor de los cuerpos
y pronto se escuchará el ruido torrencial de algún coche
rasgando la penumbra.

La noche brotando de la bruma se hará azul blanca
y volverá aquel perfume salpicado de humo
estrellándose en los muros,
piedras sobre piedras, amparando soledades humanas.

Una semilla de vida desparramada dormirá
en la espesura al borde de los sueños,
y será cruel el campo devastado.

Se irán los pájaros del bosque en busca de comida
y yo te pediré como en un canto:
Dame tu fruto, dame,
que le daré algún nombre que rime con recuerdo.