martes, 28 de octubre de 2014

Un Secreto



UN SECRETO


Cielo de verano en Madrid
e invierno en Buenos Aires.
Cielos enfrentados como dos espejos:
humedades y luz .

Camino como si las nubes hubieran descendido
y fuesen mi captura en una imaginaria canción
saliendo inocente de mis labios,
como una pompa de jabón, sin sombras.

Los antepasados convertidos en espíritus
colgaban de las ramas del ciruelo
y sones de trompeta acompañaban los pasos del silencio
posándose en la tierra fascinada por el vuelo de un pájaro
que señalaba el camino del olvido.

La música del río sonaba atronadora y llegó hasta la orilla
arrastrando una camisa roja con ojales enormes
por donde el tiempo pasaba gota a gota
repitiendo: soy lo que fui.

Recogí del bolsillo un papelito que desdoblé
entre risas y llantos mientras espantaba
las dudosas miradas de las moscas y su zumbido
para que se perdiesen en el mundo impalpable
de esa línea raptada por el cielo.

La boca de papel me preguntaba
¿dónde se esconde lo que nunca me dijiste?
y preferí que se rompa en mil pedazos el destino
y entre astillas de vida besé la camisa destrozada
y me hundí en la ceguera de un relámpago miserable
sin confesar, porque no me acordaba,
en que despojo dejé oculto mi último secreto.

jueves, 16 de octubre de 2014

Vienen aires de atrás




VIENEN AIRES DE ATRÁS



Vienen aires de atrás y pasa una corriente
que ha perdido la razón.
Cuerpos de sol se extienden sobre años
de playas incansables, de intantáneos abismos.
Médanos en tus pies y el alma loca
gritando desengaños
arrojaba remolinos de flores sobre las infidelidades.
Los besos destellaban luces multicolores
y ondeaba un río de recuerdos que empecinadamente
caía en gotas finas
que casi no mojaban.
Altas constelaciones vuelven como un suspiro
y estoy donde fue ayer
pero habito el lugar de las mareas altas
y cedo redondeces de plata como lunas,
monedas del derroche en los deslumbramientos
de la noche.
Despacioso nocturno envolviendo la casa de la costa
cayendo despacito como dolor de mar
sobre las extendidas sábanas.

Un hombre, una mujer, turban cualquier encuentro
en juegos paralelos de fuegos,
de un amor que no alcanza el país
y que vuelve la espalda
sobre texturas ásperas.

martes, 7 de octubre de 2014

COMO LA LAVA DE UN VOLCÁN

Como la lava de un volcán
barrías el damero de los sueños,
dejando al descubierto el cautiverio
de celdas separadas que escupían escrúpulos.

Te amo me decías,
y a mi oido llegaban las palabras
vibrando en ondas susurradas
que ordenaban un cielo siempre nuevo de estrellas,
compartiendo el espacio con imprecisiones calculadas.

A veces no me decías nada,
pero te adivinaba en el surco mayor que partía tu frente
y en el temblor del iris,
donde me perdía como una vagabunda solitaria.

Me acostumbraste a no pedir,
tuviste la alegría de entregarme amapolas del campo,
vestidos necesarios, el pan todos los días,
perfumes, alabastros,
un lugar, un país, un frío, alguna fábula.

Te recuerdo de más,
apareces de a ratos enmarcando una época
donde los frutos eran accesibles,
y me dejabas siempre suspendida para poder tomarme,
arrancarme de mí, llevarme cerca,
donde la noche se pierde en la mañana,
donde el girar me anuncia el tiempo de una vida fugaz,
y trastorna la ausencia.

Ruedan velocidades de estrellas y el pedido a la vida
se derrama en el torrente ardiente de la lava
que copula en la fuga, el crujido de grietas
con el aletargado canto de un día extraviado
entre el ayer y el sueño, recuperando la libertad
de lo incumplido, que rompe el inventario.