lunes, 27 de abril de 2015

VERDEAMOR (a Germán Pardo García)



VERDEAMOR                                     Norma Menassa sobre el Poema el Árbol          
                                                                           que no ama de Germán Pardo García

Criatura en reposo, a orillas del espanto,
no quieras penetrar en mis enigmas después de haber vivido tanto.

Después de haber sembrado inmensas extensiones
desparramando el ser,
no debes inquietarme echándome a la tierra desolada
porque las formas cambian insensibles,
lo que no cambia es alma.

No clausures tu sangre en nervaduras
que hasta mi corazón llegan los interludios
y quedo sola sin temor al llanto,
buscando una metáfora divina
para burlar moradas del estigma,
que yo también ya tengo el rostro ligeramente verde
y en la memoria el musgo fulgurante crece entre heliotropos infernales
y la vara de mimbre guarda apenas cicatrices de amor y numerosos goces, penitenciales formas que fulguran mis sienes con sus bocas sonámbulas.

Venid a mí igual,
de cualquier forma,
que tampoco mis besos pudieron alcanzarte,
pero una inteligencia subterránea rompió la tierra donde hundí raíces
y llegué hasta el sepulcro desnudando su atávica soberbia,
y quedó mi mugrosa vestimenta colgada en la alambrada
donde un hombre-árbol me esperaba.

De su corteza de epidermis brotó el calor del territorio americano
y una garganta de leña humedecida,
dejó salir a un ruiseñor herido que atravesó un bosque antropomórfico
y fui mujer-laguna que reflejó tu verde desamor de un bosque humano.

Y déjame por hoy que no es el día,
hoy quiero la intemperie, que yo también amo el relámpago
el que ilumina tu cuerpo masculino.
Que no fue tu oscuridad,
sino tu verde, del que quedé prendada.

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