DEL MAR VINO LA LUZ
¿Dónde estaba yo cuando la
luz cayó entre los torbellinos del tiempo
y se abrieron las páginas de
mis días golpeada por hechizos,
que mas allá de las palabras
olían a sangre derramada
antes que la piedad se
sentara a la mesa de los dioses.
Ente los que quedamos vivos
después de la catástrofe
enronquecimos las gargantas y
jadeamos sobre las aguas del océano
sin lograr apagar los gritos del
naufragio,
mientras los pájaros caían
abatidos sobre las ondulaciones de las olas.
La arena fingió su desamparo
y convertida en vidrio
tatuó los pies que buscaban
algún refugio y arrancó de su increíble huella, raíces que se hundieron en
alguna novela estrafalaria
a la espera de alguna presa
desgraciada y
trepados en la llama de algún
sueño
se desnudaron los amigos con
los que compartíamos el sol
y llenos de mentiras, mudos
como un altar sin misa
vistiendo ropas desconocidas
se desplazaron lentamente
hacia un olvido borrascoso,
sólo sombras contra el pasado
que nublaron las imágenes
sobre el mar
iniciando la ceremonia de la
bruma.
Del mar vino la luz que
iluminó un país desorientado
del que partían los senderos
que llevaban al desierto
y el verano cegado aplastó
contra la roca a una pareja de amantes
que se desvaneció en el aire
sin suspiros
y los cuerpos y el cielo
dieron paso a otra luz
parecida a un espejismo de
fantasmas
que empezó a hablarle a las
piedras
revestidas ahora con joyas de
lujuria
donde plata y leche se
trenzaban en anillos del tiempo
quedando capturada la
libertad soñada.
El mar cubrió de sal los
labios besados que eran mi único botín,
un círculo de fuego azotó
visiones dispuestas a matarme,
un réquiem fueron las grandes
sinfonías del sol,
lo inconcluso fue un puente
hacia el amor
y el rugido de la luz
el inconstante umbral donde
descansa mi locura.
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